LA PRIMAVERA…. La sangre altera……

Desde siempre, desde el inicio de los tiempos estamos unidos a la Naturaleza toda, ahora salimos una vez más del invierno, estamos ansiosos esperando los días de verano.

Si con nuestras prisas o nuestro olvido de que formamos parte de los ciclos de la naturaleza, en el fondo de nuestro ser hay una sensación de bienestar, de renacer que no podemos explicar; si nos paramos un momento en nuestro trajinar diario podemos observar los arboles en flor, la sonrisa en las personas… si algo pasa… estamos volviendo a nacer con la primavera, no somos los mismos… No estamos ajenos a los ciclos de la naturaleza, formamos parte de ella aunque nos hayamos olvidado de acompañarla. Ella tiene la memoria eterna, ella siempre nos acompaña… y nos enseña a “Renacer”.

Cuentan que antiguamente los guaraníes se guiaban por la aparición de Las pléyades en el firmamento para saber que los duros días de invierno habían llegado a su fin y con ello se iniciaba el año y tiempo propicio para iniciar el ciclo agrícola. Su aparición era celebrada con un festival rebosante de alegría, al rítmico son de tambores y flautas (anguá ha mimby purory), señalando el inicio del araguyje (primavera) o el fin del invierno (roý paha).

Arq. T. Catherine Vela G.

“El espectáculo de lo bello, en cualquier forma en que
se presente, levanta la mente a nobles aspiraciones.”
(Bécquer)

Reflexión:

Confucio dijo: "La Música surge del corazón humano. Cuando son tocadas las emociones, éstas se expresan en sonidos, y cuando los sonidos toman formas definidas, tenemos la Música. De esta manera, la música de un país pacífico y próspero es tranquila y alegre, y el gobierno ordenado; la música de un país agitado revela descontento y cólera; y la música de un país en decadencia revela pena y nostalgia del pasado, y el pueblo está angustiado. Así pues, vemos que la Música y el Gobierno están directamente vinculados entre sí."

GIORDANO BRUNO, hace 411 años .....

Salido de prisión angosta y negra, donde por largos años el error me tuvo atado, aquí dejo las cadenas que me impuso la mano de mi enemiga cruel y fiera... A ti me vuelvo y alzo, mi voz nutricia; gracias te doy, sol mío, mi luz divina; te consagro mi corazón, excelsa mano que me apartaste de aquel tormento atroz, que a mejor estancia te me hiciste guía y el corazón contrito me volviste sano.