lunes, 22 de noviembre de 2010

CUANDO NACIÓ MI TRISTEZA

Poema del poeta libanés Khalil Gibrán,de su libro "El Loco"

Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y la vigilé con amorosa ternura.

Y mi Tristeza creció como todos los seres vivientes, fuerte y hermosa, llena de maravillosas gracias.

Y mi tristeza y yo nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza.

Y cuando hablábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches estaban engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua también era elocuente con la Tristeza.

Y cuando mi Tristeza y yo cantábamos juntos, nuestros vecinos sentábanse a la ventana a escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos como el mar, y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos.

Y cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba con amables ojos, y cuchicheaba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiara, pues mi Tristeza era un ser noble, y yo me sentía orgulloso de mi Tristeza. Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me quedé solo, con mis reflexiones.

Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan pesadas en mis oídos.

Y cuando canto, mis vecinos ya no escuchan mis canciones.

Y cuando camino solo por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces que dicen compadecidas: "Mirad: allí yace el hombre al que se le murió su Tristeza".

Pajaro Campana

Me gusta de vez en cuando escuchar a la gente que sabe contar cosas, que tiene oficio de fabulera, que inventa historias en base a fuentes no muy verosímiles, pero que domina el arte de la juglaría y momentáneamente nos hace creer que escuchamos algo verdadero. En nuestro folclore hay un sinfín de leyendas, que el tiempo hizo canciones, poemas, cuentos, novelas y relatos. Y cuando hablo de folclore me refiero a lo de tierra adentro, a la expresión más digna que recoge la parte más íntima de nuestra cultura, y no a ese folclore citadino de che mbo piri nde reviro’o, y tantas otras estupideces vomitivas.

Para hacerla corta, hablaré específicamente de la leyenda del pájaro campana, que es el tema que ahora me interesa. Este pájaro es de la región subtropical de nuestro país. Se dice que su canto (en caso de que las aves pudieran cantar), imita al tañido de las campanas. En el Brasil se le llama arapongá o ferreiro que significa herrero, y, según se afirma, recibe este nombre, porque imita muy bien el trabajo del herrero en la bigornia (yunque con dos puntas opuestas).
Por lo visto, este pájaro tiene una facilidad extraordinaria para imitar cosas. Depende del lugar que habite para ponerse a afinar la garganta. Escuché o leí por ahí que en Kansas City habitaba una especie de ese pájaro y que su canto imitaba a un saxofón. Coincidentemente, el gran saxofonista Charlie Parker nació en Kansas, y hay quienes afirman que su apodo se debe a esta ave. Justamente, el apodo de este genio creador del bebop era “bird”, pájaro en inglés.
Pero regresemos a Paraguay, donde le decimos guyrá campana. Hay una serie de mentiras, que por respeto a quienes gustan de la literatura fantástica es saludable mencionar: se afirma que este pájaro cantó por primera vez cuando Roque González de Santa Cruz exhaló su último suspiro, luego de ser martirizado por los indígenas guaraníes. La leyenda dice que luego de asesinar a RGSC, los guaraníes destruyeron la iglesia que había sido construida por el Jesuita, pero que no pudieron destruir la campana de la iglesia que sonaba sin badajo (pero no la acepción nicaragüense, ¡ojo!). La campana fue transformada por Tupá en un pajarito blanco, que al elevar su canto parece realmente la voz de una campana.
Ahora hablaré de la música. Sí, esa misma. Es una de las pocas músicas de nuestro repertorio folclórico que llegó a sonar en todos los rincones del mundo. Se han realizado un montón de conjeturas sobre quién pudo haber sido el autor de la música. Algunos hablan de un guitarrista villarriqueño de nombre Carlos Talavera, otros de un flautista llamado Eloy Pérez, algunos dicen que fue un arpista de apodo Karaí Pulé, y así cada tanto aparece un nuevo autor. Los cierto y lo concreto es que la polca “pájaro campana” fue recopilada e inmortalizada por Félix Pérez Cardozo, Mitâ Guasu.
Aunque esta música esté envuelta en un sinfín de patrañas que nos gusta creer, ¿díganme si al escucharla uno no siente el llamado de la selva?
Además, como paraguayos debemos reconocer que es casi lo único rescatable de nuestra monótona música folclórica, que actualmente ya no cuenta con nuevas revelaciones. El folclore de todo el mundo ha transitado por diferentes etapas de redescubrimiento y actualización de conceptos musicales, como el dodecafonismo y otras técnicas de composición.
Mientras aquí, nuestro gran avance fue che mbo problema che celular. ¡Imagínense!
JORGE VALLEJOS